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La Importancia de la Azulejería
Portuguesa

El
azulejo se define como un pavimento fino
coloreado y es una palabra común el al
castellano, portugués, a los dialectos africanos e hispánicos del
origen árabe.
El termino azulejo viene de lapislázuli,
roca semipreciosa y de zulej, que significa pulir.
La historia hizo que fuera en Portugal, país pequeño en
el extremo occidental
de Europa, donde se encuentra el número más grande de azulejos in
situ. Es exactamente aquí donde la idea de la unión estética
entre la arquitectura y el azulejo encuentra su terreno más abonado.
En ningún otro país la decoración azulejar alcanzó tal proporción y
riqueza formal, convirtiéndose el azulejo en el elemento que
marca los últimos cinco siglos del panorama nacional
artístico, todavía siendo hoy casi impensable que los
arquitectos, urbanistas o decoradores prescindan de él.
Para la historiografía portuguesa, el acontecimiento clave que despertó el
interés por el azulejo fue el viaje de Rey D.
Manuel I a España en 1498. Y solamente el deseo del rey de adornar
su palacio de Sintra fue decisivo para el embaldosado portugués,
que pasó a cubrir superficies parietales de palacios,
iglesias y conventos, donde todavía se encuentran en cantidades
considerables.
En el siglo XVIII el azulejo portugués entró en
la evolución completa y renovación decorativa, ligado al paso de la
policromía de tradición nacional al azul y blanco.
El Centro Nacional que producía esta clase de
azulejos era Coimbra, saliendo de sus talleres los azulejos del Patrimonio
de la universidad de San Agustín. Los temas, en
general, tratan de grabados de carácter ilustrado y temas
religiosos o bucólicos, formando los paneles enmarcados que dan originalidad
a las competiciones, casi teatrales, de sus cenefas,
guirnaldas, volutas, ángeles y floreros, que caracterizan el arte "joanina".
Son célebres los de la Iglesia de S. Vicente de Fora,
que representan los episodios de la conquista de Lisboa.
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